sábado, 18 de noviembre de 2006

PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS, de Mario Vargas Llosa

Una novela excepcional, con mayúsculas. Demoledora sátira del estamento militar y del sentido de la rectitud y obediencia mal entendida.

Influencias: Valle-Inclán y sus Martes de Carnaval (martes, no por el día de la semana, sino por el dios de la guerra), sobre todo en los sueños oníricos del protagonista, absolutamente geniales.

El argumento, archiconocido: al capitán Pantaleón Pantoja (Panta, Pantita, Pan-Pan) le encargan crear y dirigir un burdel tropical que calme la fogosidad de los soldaditos peruanos. Lo mejor, claro, son los eufemismos, porque aquí las prostitutas son “visitadoras”; los servicios, “prestaciones”; y la llegada de la peculiar tropa, “convoyes”.
Para ello, se sirve Vargas Llosa de una estructura formal variada: diálogos, partes militares, narración, epístolas, noticias de prensa (como hace Delibes al inicio de cada capítulo en su portentosa novela Mi idolatrado hijo Sisí), etc.

Novedades:
1) El dialogo transporta la acción; es decir, nos enteramos de que vamos de la casa al restaurante o a la oficina no por las indicaciones del narrador sino por el diálogo de los personajes.

2) Leemos diálogos que simulan situaciones simultáneas (2 o 3), lo que exige la atención del lector, después de haberle dejado perplejo.

3) Si Valle-Inclán se caracterizaba por el uso del adjetivo trimembre (3 adjetivos para definir un personaje), Vargas Llosa no se queda corto y se decanta por una acotación indefinida de lo que hacen los personajes. Por ejemplo: "se ducha, se seca, bebe a sorbos el café, bosteza y se levanta de la mesa Panta".

Estas 3 novedades (el diálogo transporta la acción, diálogos simultáneos y acotaciones múltiples) alcanzan su máximo esplendor en el capítulo final, realmente memorable.
Estructura circular: la novela se abre y se cierra con las mismas palabras: “Despierta, Panta”.

La temperatura de la novela sube, qué duda cabe, con el personaje de la Brasileña (la Colombiana, en la película); sí, W., lo admito, no sólo me ponen cachondo los cuentos de Quim Monzó.

La Anécdota: Fernando Guillen protagonizó una versión en teatro.

Imborrable en el recuerdo del lector personajes como Pochita (esposa de Panta), doña Leonor (su madre), Chuchupe (la madame), Chupito (su amante-camarero), el Chino Porfirio, el Sinchi, los fanáticos de la secta de la Hermandad del Arca y todos los militaritos sobre los que el autor lanza sus dardos mas envenenados.

Si todavía estoy a tiempo, la incluyo entre las mejores novelas de la temporada 2002 / 2003 (sí, todavía lo estoy, porque el plazo de la nueva temporada empieza el 1 de septiembre, y la obra la he terminado a finales de agosto, mientras tú te pegabas la gran vida en Nueva York).

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